¿Heredar o Vender? El dilema silencioso de los fundadores de grandes grupos empresariales

En el mundo de los negocios familiares, pocas decisiones son tan trascendentales —y tan cargadas emocionalmente— como la de traspasar el liderazgo a la siguiente generación. Desde la banca de inversión he tenido el privilegio y la responsabilidad de acompañar a múltiples familias empresarias en este momento crítico. En muchos casos, lo que está en juego no es solo una empresa, sino un legado de vida.

El fundador, ese visionario incansable que levantó un emporio desde cero, enfrenta una pregunta inevitable: ¿tiene mi segunda generación las capacidades, el compromiso y la visión para continuar este camino de crecimiento y creación de valor? ¿O será más sabio —y más justo para todos— vender la empresa en su momento de mayor valor y preservar lo construido, evitando que el sueño se convierta en una pesadilla familiar?

Este dilema, aunque profundamente humano, no siempre se aborda con la objetividad ni la empatía necesarias. Y sin embargo, ambas son condiciones esenciales para tomar una decisión tan compleja.
 
El espejo de la segunda generación
Identificar las competencias reales de los herederos no es tarea sencilla. El amor natural de un padre o madre hacia sus hijos puede nublar el juicio. Las emociones se entrelazan con la racionalidad, y el deseo de ver a los hijos triunfar puede llevar a decisiones contraproducentes. Pero las empresas no entienden de afectos: exigen liderazgo, visión estratégica, capacidad de ejecución y, sobre todo, resiliencia.

Jeffrey Sonnenfeld, autor del influyente The Hero’s Farewell, estudió a cientos de fundadores y sus procesos de retiro. Descubrió que la forma en que los líderes se despiden de sus empresas tiene un impacto profundo en la continuidad del negocio. Algunos se aferran al poder, otros huyen abruptamente. Pero los que logran una transición exitosa son aquellos que entienden que retirarse no es fracasar, sino evolucionar. Y que ceder el mando no es solo un acto de desprendimiento, sino de amor profundo por la empresa que ayudaron a crear.
 
Cuatro perfiles de salida
Sonnenfeld identificó cuatro tipos de salidas de líderes empresariales:
  • El Monarca: nunca suelta el control, aunque su tiempo ya haya pasado.
  • El Embajador: se mantiene como figura simbólica, apoyando desde las sombras.
  • El Gobernador: planifica su salida de forma ordenada y clara.
  • El General: se resiste hasta el final, incluso saboteando sin querer la sucesión.
En mi experiencia, los fundadores que logran una salida tipo “Gobernador” son los que entienden la importancia de una evaluación objetiva y externa. Saben que más allá del apellido, lo que importa es la sostenibilidad del legado.
 
Vender no es renunciar, es preservar
Hay casos en los que, por más cariño y admiración que se tenga por la segunda generación, los hechos son claros: no están preparados, no tienen el interés o no poseen la combinación de habilidades necesarias para liderar una empresa compleja en un entorno cada vez más competitivo y cambiante.

En estos escenarios, la venta de la empresa no es una derrota, sino una victoria estratégica. Vender cuando el negocio está en su mejor momento —cuando su valor es más alto y su potencial de crecimiento más claro para un comprador estratégico o financiero— es una decisión que puede asegurar la estabilidad financiera de la familia, preservar el empleo de cientos de colaboradores y proteger el legado construido.

Pero esta decisión solo puede tomarse con claridad si se cuenta con una asesoría empática, profesional y objetiva. Una asesoría que entienda las emociones, pero que también esté firmemente anclada en el análisis de valor, en la estrategia de mercado y en la gestión del proceso con la menor disrupción posible.
 
El rol del asesor: empatía con rigor
Como banquero de inversión en Costa Rica, he acompañado a fundadores de grupos empresariales icónicos en procesos de transición, fusión o venta. En cada caso, el desafío no es solo técnico —valorar, estructurar, negociar— sino profundamente humano. Escuchar sin juzgar. Entender los miedos y las esperanzas. Ser un espejo honesto y un guía confiable.

La pregunta no es si los hijos merecen o no heredar el negocio. La verdadera pregunta es: ¿este negocio puede seguir generando valor bajo su liderazgo? Si la respuesta es sí, entonces hay que apoyarlos, profesionalizarlos y prepararlos. Pero si la respuesta es no, entonces hay que tener el coraje —y la humildad— de considerar otras opciones, incluida la venta.
 
El legado verdadero
El legado de un fundador no es solo la empresa que construyó, sino la sabiduría de saber cuándo soltar, cuándo confiar y cuándo proteger. A veces, eso significa entregar las riendas a la siguiente generación. Otras veces, significa cerrar el ciclo con dignidad y visión, asegurando que lo construido perdure en manos capaces de seguir creando valor.

En ambos casos, la clave está en la honestidad, en el acompañamiento profesional y en la voluntad de tomar decisiones difíciles por el bien de todos.
 

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